Concluyó sin avances la Cumbre Rio+20
Domingo, 24 Junio 2012
La Cumbre Río+20 concluyó sin avances efectivos en la defensa del planeta, pero con una lección política de dignidad que enalteció a la presidenta de Brasil Dilma Rouseff, que desairó al presidente de Irán Mahmud Ahmadinejad. Como anfitriona se esforzó por que la cumbre eluda el fracaso, y por lo menos emita la declaración que enuncia "El futuro que queremos". Los gobiernos de 193 países acordaron en la cumbre un consenso precario de propósitos, pero nada avanzó en forma efectiva.
Contrariamente, algunos países no solamente retrocedieron, sino que saltaron 90 grados en sus posición de defesa de la tierra y del ecosistema, y denunciaron como colonialista a la "economía verde". Bolivia y Ecuador, se estrellaron contra los países ricos por promover una nueva forma de colonialismo ambiental. "Los países del norte se enriquecen en medio de una orgía depredadora y nos obligan a los países del sur a ser sus guardabosques pobres", denunció el presidente Evo Morales.
La transición hacia una "economía verde" fue finalmente incluida en declaración final. El documento aprobado es considerado por los promotores de la defensa del planeta como un acuerdo de mínimos que apenas servirá para que el centenar de jefes de Estado y de Gobierno asistentes al cónclave puedan decir que algo hicieron, y que en forma tolerante y diplomática, la reunión cumbre no sea tachada de un fracaso total. Pero para las organizaciones ambientalistas el documento es "decepcionante" y representa el resultado de la imposibilidad de conseguir voluntad política para enfrentar el problema más grave de la Tierra.
El texto acordado tiene como base la propuesta brasileña, que eliminó las partes que generaban discrepancias. Los anfitriones se esforzaron más en cuidarla epidermis de la Cumbre que los problemas de fondo. De esta manera, los asuntos más polémicos fueron superados con textos conciliadores y sin muchas especificaciones. El documento destaca en varios puntos los aspectos sociales, como la erradicación de la pobreza, la mejoría de la calidad de vida y el desarrollo sostenible con inclusión social.
En el primer capítulo define el desarrollo sostenible como la "promoción sustentada, incluyente y justa del crecimiento económico para crear mayores oportunidades para todos, reducir las desigualdades, elevar los niveles básicos de vida, promover el desarrollo social equitativo y la inclusión y promover la gestión integrada y sostenible de los recursos naturales y de los ecosistemas".
En torno a la "economía verde", el documento reconoce que "existen diferentes abordajes, visiones, modelos y herramientas disponibles para cada país, según sus circunstancias y prioridades nacionales, para alcanzar el desarrollo sostenible".
La Unión Europea (UE) también adoptó una posición conciliadora señalando que el documento final representa el "único trato posible" y que era lo mejor que se pudo conseguir, a tono con las grandes potencias. En cuanto al financiamiento para sostener los programas, es un tema vacío. Por o menos no se prevé nuevas fuentes de financiación para el fomento de las políticas de desarrollo sostenible y de lucha contra la pobreza, si bien se admite que los países en vías de desarrollo no pueden afrontar solos este reto. En este sentido, el documento se limita a anunciar el lanzamiento de un proceso intergubernamental de consultas con el objetivo de analizar las necesidades de cada país y buscar futuras vías de financiación.
El ministro de Exteriores brasileño, Antonio Patriota, principal promotor del consenso, salió al paso de las críticas argumentando que el acuerdo es "satisfactorio". Uno de los temas deplorados por las feministas fue la supresión del texto sobre "derechos reproductivos", que se refería a la autonomía de la mujer para decidir sobre su maternidad. En el texto solamente se habla de "salud reproductiva", pero las críticas se aplacaron con la actitud de la presidenta Dilma Ruseff, que honró a su gobierno y a su país, con la decisión asumida sobre la visita de Mahmud Ahmadinejad para asistir a la cumbre. La señora Ruseff, afirmó que no va ha recibir al mandatario iraní, sosteniendo una posición que la mantiene desde que asumió la Presidencia de Brasil, de deplorar las prácticas retrógradas de una sociedad teocrática iraní ante las mujeres, que va desde considerar que su valor es el de la mitad de un hombre hasta lapidarlas en caso de adulterio. Tampoco puede pasar inadvertido el fraude electoral con el que Ahmadinejad se mantiene en el poder, ni su carrera armamentista o sus vínculos con el terrorismo internacional.
Portal de América - Fuente: www.jornadanet.com





